¿Qué tan seguros son los fitosanitarios para el medioambiente? Esta pregunta ha sido fundamental en la evolución de la agricultura argentina, en donde la responsabilidad ambiental ya no es opcional, sino un compromiso ineludible. De acuerdo con el Dr. Leonardo Favre, Coordinador de Asuntos Científicos de la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (CASAFE), evaluar la exposición ambiental a estos productos es el primer paso para promover una agricultura que, además de ser productiva, sea también respetuosa con el entorno.
¿Qué es la evaluación de exposición ambiental?
La evaluación de exposición ambiental es un proceso científico que permite calcular las concentraciones de fitosanitarios y sus metabolitos en diferentes componentes del ambiente, tales como agua, suelo y aire. Esto incluye un análisis exhaustivo de la cantidad de productos utilizados, su tasa de degradación y su movilidad en el entorno, lo que ayuda a prever cualquier impacto potencial en organismos no objetivo, como la flora y fauna nativas, e incluso a quienes podrían estar expuestos indirectamente. Este trabajo es esencial para asegurar que la agricultura avance sin dejar un rastro perjudicial en el ecosistema.
Favre señala que “este proceso no es una simple formalidad; involucra estudios rigurosos en laboratorio y en campo que identifican cómo estos compuestos se degradan y dispersan en el ambiente”. Esta información es vital, ya que permite desarrollar un perfil de seguridad que va más allá de la productividad, priorizando el bienestar ambiental y la salud pública.
¿Por qué la degradación de los fitosanitarios es crucial?
Un aspecto clave en la evaluación de exposición ambiental es la tasa de degradación de los fitosanitarios, es decir, la velocidad con la que estos productos se descomponen en el medio ambiente. Este parámetro es decisivo para saber cuánto tiempo los ecosistemas estarán expuestos a estos compuestos. Un producto que se degrade rápidamente minimiza la probabilidad de afectaciones a largo plazo, mientras que aquellos que se descomponen lentamente podrían presentar un riesgo mayor.
Para abordar esta necesidad, el conocimiento científico ha creado modelos matemáticos que simulan estos procesos de degradación en distintas condiciones ambientales. Estos modelos, utilizados en la toma de decisiones tanto por reguladores como por productores, brindan una perspectiva cuantitativa de cómo el producto se comportará en la práctica. En palabras de Favre, “los modelos de destino ambiental son una herramienta fundamental para prever el movimiento, la degradación y la persistencia de los productos químicos en el entorno, ayudando a proteger nuestros recursos naturales”.
La importancia de los modelos de destino ambiental
Estos modelos constituyen una herramienta cuantitativa que permite entender mejor el recorrido de los fitosanitarios desde su aplicación hasta su desaparición en el ambiente. En Argentina, donde los recursos naturales son la base de la producción agrícola, implementar estos modelos es fundamental para una regulación basada en la ciencia y con altos estándares de seguridad.
Como explica Favre, “el uso de estos modelos en Argentina está alineado con las mejores prácticas internacionales y representa un avance significativo hacia la protección de nuestros recursos naturales. Ellos permiten una agricultura eficiente y al mismo tiempo segura, equilibrando el desarrollo agrícola con la responsabilidad ambiental”.
Ciencia y regulación: una alianza para el agro sostenible
La evaluación de la exposición ambiental es mucho más que una herramienta técnica; es una base regulatoria que garantiza que la agricultura pueda ser productiva y segura a largo plazo. Desde CASAFE, destaca Favre, “estamos comprometidos en promover una agricultura responsable, basada en procesos científicos y en el uso seguro de los fitosanitarios”. Esta evaluación es clave para identificar posibles riesgos y mitigar su impacto en la biodiversidad, asegurando que la producción agrícola sea un motor de desarrollo sostenible y no un riesgo para el futuro del planeta.
En un contexto en el que la sociedad exige transparencia y compromiso ambiental, la industria agrícola debe responder con enfoques científicos y decisiones informadas. La ciencia detrás de la evaluación de exposición ambiental permite que los fitosanitarios cumplan con su rol de protección de cultivos sin comprometer el equilibrio ambiental. Este enfoque, además de fortalecer la sostenibilidad del agro, refuerza la responsabilidad del sector hacia las generaciones futuras.
En última instancia, la evaluación de exposición ambiental se presenta como una herramienta regulatoria indispensable, un paso clave hacia una agricultura que reconozca y respete los límites de los ecosistemas. Favre concluye que “promover un equilibrio entre producción agrícola y protección del medio ambiente es esencial para asegurar que el campo continúe siendo un motor de desarrollo, cuidando los recursos naturales para las generaciones presentes y futuras”.
Este enfoque convierte a la agricultura argentina en un modelo de producción sostenible, permitiendo que el país continúe siendo un líder en la industria agropecuaria sin dejar de lado la responsabilidad ambiental que tanto se necesita en el contexto global actual.