sábado, enero 25, 2025
 

Científicos uruguayos crean cosméticos sostenibles a partir de subproductos de la industria de biocombustibles

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La producción de biocombustibles no solo ofrece una alternativa limpia a los combustibles fósiles, sino que también abre la puerta a desarrollos innovadores en otros sectores. Tal es el caso de un grupo de jóvenes científicos uruguayos que han encontrado una manera revolucionaria de transformar glicerol, un coproducto de la elaboración de biodiesel, en dihidroxiacetona (DHA), un compuesto clave en la industria cosmética. Este avance tiene el potencial de redefinir la relación entre energía, sostenibilidad y cosmética.

Transformar residuos industriales en valor agregado

Cada 10 partes de biodiesel producido se genera una de glicerol crudo, un subproducto cuya valorización ha sido históricamente limitada. Pero esto está cambiando gracias a un equipo de investigadores de Uruguay liderado por Nicolás Soriano, biotecnólogo y estudiante de maestría en Química. Soriano, junto a sus colegas Magdalena Ripoll, Florencia Pirotti y Lorena Betancor, ha desarrollado un proceso que transforma el glicerol crudo en DHA utilizando bacterias como Gluconobacter oxydans.

“La DHA, utilizada principalmente en autobronceantes, genera una reacción química que oscurece la piel de forma similar al pardeamiento del pan al cocinarse, pero sin calor”, explicó Soriano. Este innovador proceso permite trabajar directamente con glicerol crudo, evitando costosos pasos iniciales de purificación. Las bacterias realizan el trabajo duro: sobreviven a las impurezas y transforman el glicerol en un producto de altísimo valor comercial.

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Bacterias aplicadas a la economía circular

Este enfoque no solo maximiza el valor del glicerol, sino que también refuerza la economía circular. Según Ignacio Pérez, gerente de operaciones de Alcoholes del Uruguay (ALUR), si la planta operara a máxima capacidad, podría generar hasta 8.000 toneladas de glicerol anualmente. Valorar este subproducto localmente representa una oportunidad única para abastecer mercados con alta demanda insatisfecha, como el de la cosmética sostenible.

En declaraciones a El País, Pérez destacó: “La sinergia entre la industria y la academia es ideal. La academia resuelve necesidades con creatividad y la industria lleva esas soluciones a una escala industrial”.

Un futuro prometedor para la bioeconomía uruguaya

Desde 2018, los investigadores han trabajado en colaboración con ALUR, utilizando muestras de glicerol proporcionadas por la empresa y experimentando con microorganismos del banco del Centro Biotecnológico de Investigación e Innovación (CBI+I) de la Universidad ORT.

El equipo ha diseñado un plan para escalar este proceso a un reactor de 1.000 litros, lo que representaría un gran salto desde los experimentos en laboratorio. Sin embargo, este avance depende de la financiación, un reto que enfrentan con el respaldo de instituciones como la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) y el Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas (Pedeciba).

“La idea es demostrar que esta biotransformación puede ser implementada a gran escala. Es una oportunidad para aplicar ciencia directamente en la industria y agregar valor a la producción de biodiesel”, expresó Soriano.

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Conexión entre energía y lujo sostenible

Este innovador proyecto no solo promete transformar un residuo industrial en un producto cosmético de alto valor, sino también posicionar a Uruguay como un referente en bioeconomía. En palabras de Pérez, “primero necesitamos un estudio de mercado y factibilidad, optimizar el proceso en laboratorio y luego escalarlo a nivel demostrativo”.

El vínculo entre biología, sostenibilidad y cosmética de lujo podría cambiar las reglas del juego. La posibilidad de que autobronceantes sostenibles, creados a partir de subproductos industriales, lleguen al mercado es un claro ejemplo de cómo la ciencia y la innovación pueden generar impacto económico y ambiental positivo.

Con cada paso hacia la implementación, estos científicos uruguayos no solo están revolucionando la industria cosmética, sino también demostrando el potencial de la bioeconomía para transformar desafíos en oportunidades.

 
 
 

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