El corazón del estado de São Paulo ha sido durante décadas un referente en bioenergía, gracias a su potente industria del bioetanol y la cogeneración eléctrica a partir del bagazo de caña. Ahora, la puesta en marcha de la planta de biometano en Piracicaba, dentro del Parque Bioenergético Costa Pinto, suma un nuevo capítulo: un complejo que transforma residuos agroindustriales en gas limpio, consolidando un verdadero ecosistema de bioeconomía circular en funcionamiento.
Piracicaba, en el corazón del estado de São Paulo, lleva décadas posicionándose como un epicentro de la bioenergía en América Latina. Reconocida mundialmente por su producción de etanol y su capacidad para generar electricidad a partir del bagazo de la caña de azúcar, esta ciudad universitaria e industrial vuelve a estar en el centro de la escena: en abril de 2025 entró en funcionamiento una moderna planta de biometano que promete profundizar el modelo de economía circular en el agro brasileño.
Ubicada en el Parque Bioenergético Costa Pinto —un complejo operado por la compañía Raízen— la nueva planta es el eslabón más reciente en una cadena energética que hace décadas viene demostrando cómo convertir residuos agrícolas en recursos estratégicos.
De los residuos a la energía limpia
El proceso de producción de biometano se basa en la digestión anaeróbica de residuos agroindustriales, particularmente vinaza y torta de filtro, ambos derivados del procesamiento de caña. Estos residuos, históricamente utilizados como fertilizante o descartados, hoy son la materia prima para una transformación energética silenciosa pero disruptiva.
La planta de Costa Pinto tiene capacidad para producir hasta 26 millones de metros cúbicos anuales de biometano. Gracias a su conexión directa con la red de distribución de Comgás, el gas renovable puede inyectarse con fluidez y llegar a múltiples industrias. Con una pureza de metano cercana al 95%, este recurso puede ser utilizado para generar electricidad, alimentar calderas industriales o incluso propulsar vehículos, integrándose sin fricciones a las demandas energéticas del sector productivo.
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Energía circular para la industria brasileña
Lo que distingue a esta planta no es solo su tecnología, sino su lógica de articulación territorial. Empresas como Volkswagen do Brasil y Yara Brasil Fertilizantes ya están utilizando el biometano generado en Costa Pinto para reemplazar combustibles fósiles en sus procesos productivos. Así, el gas producido a partir de desechos agrícolas vuelve a las fábricas, cerrando un círculo virtuoso que reduce emisiones, optimiza recursos y fortalece la autonomía energética.
Se estima que este modelo podría escalarse a otras regiones del cinturón cañero brasileño, multiplicando los beneficios ambientales, económicos y sociales.
Costa Pinto: más que una planta, un ecosistema bioenergético
El Parque Bioenergético Costa Pinto no es una instalación aislada. Desde hace años alberga una planta de etanol de segunda generación (E2G), que utiliza residuos lignocelulósicos, y un parque solar. Con la incorporación de la unidad de biometano, el complejo se posiciona como uno de los centros más integrales de generación renovable en el hemisferio sur.
La inversión, de R$ 300 millones (aproximadamente US$ 53 millones), demuestra que la bioeconomía puede escalar con eficiencia cuando se articula con infraestructura, demanda industrial y visión de largo plazo. No se trata solo de una obra de ingeniería: se trata de redefinir cómo producimos y consumimos energía a partir del agro.
Una región hecha para la bioeconomía
Piracicaba no es solo caña. Es también conocimiento. La ciudad alberga varias universidades, institutos de investigación y una potente red industrial con nombres como Caterpillar, Hyundai, ArcelorMittal y la propia Raízen. Esa convergencia de saber y hacer convierte a la región en un laboratorio ideal para la innovación en bioenergía.
La experiencia acumulada en décadas de producción de etanol y cogeneración eléctrica facilitó la incorporación de nuevas tecnologías como la producción de biometano, que hasta hace poco era incipiente en la matriz energética del país. Hoy, Piracicaba demuestra que es posible ir más allá del bioetanol y diversificar las fuentes renovables dentro de un mismo sistema agroindustrial.
Brasil y el futuro de la energía limpia
El caso de Costa Pinto confirma que la transición energética no es solo un desafío ambiental, sino una oportunidad estratégica. En vez de importar soluciones, Brasil produce conocimiento, energía y valor agregado a partir de su territorio y su agricultura. Y lo hace generando empleo, atrayendo inversiones y reduciendo su huella de carbono.
Mientras el mundo discute cómo abandonar el gas natural, Piracicaba ya lo está reemplazando por gas renovable. Y lo hace con un modelo que nace del campo, pasa por la ciencia y termina abasteciendo a la industria.