Cada vez que el Huanglongbing (HLB) llega a una plantación de cítricos, las consecuencias son devastadoras: los árboles dejan de producir, no hay cura conocida y los productores se ven obligados a eliminar las plantas infectadas para evitar la propagación. Esta enfermedad, considerada la más destructiva de la citricultura en el mundo, incluida Argentina, donde el sector sostiene miles de empleos y es clave para las exportaciones agroindustriales. Ahora, un equipo de científicos del CONICET trabaja en un biopesticida innovador que promete cambiar la forma de combatir al insecto que transmite el HLB, con una tecnología que protege el ambiente y preserva a los insectos benéficos.
¿Qué es el HLB y por qué preocupa tanto?
El HLB, también conocido como “greening”, es transmitido por la chicharrita asiática de los cítricos (Diaphorina citri). Una vez que el insecto infecta a un árbol, este sufre una obstrucción de su sistema vascular, lo que provoca frutos deformes y amargos, hojas moteadas y, finalmente, la muerte de la planta. A nivel mundial, esta enfermedad ha obligado a erradicar millones de árboles y genera pérdidas que superan los miles de millones de dólares cada año.
No existe cura: una vez que un árbol se infecta, debe ser erradicado para evitar contagios. La enfermedad está presente en más de 65 países y ha causado daños millonarios a la industria citrícola global. El desarrollo de biopesticidas específicos es visto como una de las pocas alternativas sostenibles para frenar su avance.
En Argentina, las provincias de Misiones, Corrientes y Entre Ríos concentran buena parte de la producción de naranjas, mandarinas y limones. Para los productores, el avance del HLB no solo amenaza la economía regional, sino también su sustento diario. Tradicionalmente, el control del vector ha dependido de pesticidas químicos que, aunque efectivos a corto plazo, eliminan insectos polinizadores y fomentan resistencia en las poblaciones de plagas.
Ensayo, ajuste y aplicación: el camino del INTA hacia un biofertilizante eficiente
El biopesticida contra HLB que habla el “lenguaje genético” del insecto
Frente a este escenario, investigadores del Instituto de Biología Subtropical (IBS, CONICET – UNaM) desarrollan un bioinsecticida basado en tecnología de ARN de interferencia (RNAi). Este enfoque aprovecha el propio sistema de defensa del insecto: se introduce un fragmento de ARN diseñado para ‘silenciar’ un gen vital en el Diaphorina citri, activando un mecanismo que interfiere con su funcionamiento y conduce a su muerte o incapacidad reproductiva.
‘Lo que buscamos es enviar un mensaje genético que solo la especie objetivo pueda interpretar. Con ese mensaje logramos interferir en la actividad de un gen esencial para su supervivencia’, explica Marcos Miretti, investigador del CONICET y líder del proyecto junto a María José Blariza.
A diferencia de los pesticidas químicos, estos biopesticidas son altamente específicos, biodegradables y no dejan residuos en el ambiente, además de evitar la generación de resistencias en las plagas.
La revolución biotecnológica: cultivos con más aceite… y más proteína
Del laboratorio al campo (y a la empresa)
El proyecto, que comenzó como parte de investigaciones básicas sobre interferencia génica en insectos vectores, logró validar la prueba de concepto con pulverizaciones sobre insectos en laboratorios del IBS y en la Estación Experimental Agropecuaria Bella Vista del INTA, en Corrientes.
Para llevar la tecnología al mercado, el equipo participó de programas de aceleración y obtuvo financiamiento de iniciativas como SF500, que impulsan la creación de una empresa de base tecnológica (EBT). Este paso permitirá que el desarrollo salga del laboratorio y se convierta en una herramienta concreta para productores argentinos y de otros países afectados por el HLB.
Los próximos desafíos incluyen validar un sistema de encapsulación que proteja el biopesticida de las condiciones ambientales, ampliar las pruebas en campo y avanzar con los trámites de registro comercial para su uso masivo.
Un potencial que va más allá del HLB
Aunque el foco inicial está puesto en la citricultura, la plataforma de RNAi puede aplicarse a otras plagas agrícolas e incluso a insectos vectores de enfermedades humanas. Para los investigadores, este desarrollo representa un puente entre la ciencia y la sociedad, con impacto económico, ambiental y sanitario.
‘Sabemos lo que sufren los productores cuando el HLB destruye sus plantaciones. Ver que años de trabajo científico pueden traducirse en una solución concreta es muy gratificante’, asegura Blariza.
Para Miretti, el proyecto también es una oportunidad para inspirar a nuevos investigadores: ‘Ver que el conocimiento que generamos puede convertirse en startups con impacto real motiva a todo el equipo. Esperamos que este camino siga creciendo’.