En los puertos de Ámsterdam, Róterdam y Bilbao, la llegada de embarques provenientes del Cono Sur ya es parte del nuevo mapa energético europeo. No se trata de crudo ni de gas natural, sino de aceites residuales, subproductos industriales, oleínas y lodos de depuración que viajan desde Argentina para convertirse en combustibles sostenibles de aviación (SAF) y diésel renovable (HVO). En un contexto donde Europa acelera su transición energética, estas materias primas cobran un valor estratégico al integrarse a las cadenas que permitirán cumplir las metas de reducción de emisiones fijadas por las políticas comunitarias.
La compañía SAESA, creada en Argentina en 2006 y reconocida por su experiencia en comercialización de gas natural y energía eléctrica para grandes usuarios, se convirtió en un actor clave de este proceso. En 2025 superó las 1.200 toneladas exportadas de insumos bioenergéticos hacia Europa y Chile, con embarques que ya abastecen a España, Portugal y Países Bajos, operando bajo la certificación de la International Sustainability and Carbon Certification (ISCC), que garantiza el cumplimiento de los estándares de sostenibilidad de la Unión Europea.
Según Marcos Renard, responsable de la oficina europea de SAESA, estos primeros embarques son el punto de partida de una estrategia más amplia. “Aceite Técnico de Maíz (TCO), Oleínas (AO), Aceite Usado de Cocina (UCO) y Lodos de Depuración (SS) son los primeros productos que llevamos desde Argentina a Chile, Holanda, España y Portugal. Todos cumplen con los requerimientos de trazabilidad que demanda Europa y permiten a las refinerías avanzar en sus metas de descarbonización”, explicó Renard, anticipando que la firma ya trabaja para sumar Brasil, Colombia y Perú como nuevos orígenes de abastecimiento, con el objetivo de consolidar una plataforma sudamericana de exportación bioenergética.
Las directivas europeas que impulsan el mercado de feedstocks para biocombustibles
El crecimiento de la demanda de estos insumos está directamente vinculado con el marco regulatorio europeo. La Directiva de Energías Renovables (RED II), aprobada en 2018, fijó como objetivo que para 2030 al menos un 14% de la energía utilizada en transporte provenga de fuentes renovables, incluyendo biocombustibles, biogás y electricidad verde. La revisión más reciente, conocida como RED III, llevó la ambición aún más lejos: establece una reducción del 29% de las emisiones de gases de efecto invernadero en transporte para 2030, y define cuotas específicas de uso de biocombustibles avanzados, priorizando el empleo de materias primas residuales y no alimentarias.
Además, la legislación comunitaria limita el uso de biodiésel de soja y palma, estableciendo techos para su incorporación en los mandatos de energía renovable. Esto hace que las materias primas residuales, como los aceites usados, las oleínas, los lodos de depuración y otros subproductos industriales, adquieran un papel central en las estrategias de cumplimiento de las refinerías europeas.
A este escenario se suma la reciente implementación de los mandatos de SAF (combustible sostenible de aviación), que entraron en vigor en 2025 bajo el reglamento ReFuelEU Aviation. Estas normas obligan a que, a partir de este año, las aerolíneas que operan en Europa incorporen un porcentaje creciente de SAF en su mezcla de combustibles: comenzando con un 2% en 2025, escalando al 6% en 2030 y con proyecciones de alcanzar 70% en 2050. Este mandato garantiza un crecimiento sostenido de la demanda de feedstocks avanzados, dado que la mayoría de los combustibles sostenibles para aviación dependen de insumos como UCO, TCO y oleínas para su producción.
Entre el dogma del libre mercado y la fuerza del norte del argentino
De subproductos a energía: los insumos que llevan a Sudamérica a Europa
La estrategia de SAESA se apoya en corrientes que surgen como derivados de procesos agroindustriales, urbanos e industriales. Son insumos que, al no tener destino alimentario y contar con procesos de trazabilidad certificados, pueden convertirse en materias primas avanzadas para la producción de biocombustibles.
El Aceite Técnico de Maíz (TCO) se obtiene como subproducto del proceso de producción de etanol a partir de maíz. Se caracteriza por su baja acidez y parámetros que permiten procesarlo de manera directa en las refinerías, lo que lo convierte en un insumo eficiente y versátil.
Las Oleínas (AO) son fracciones residuales que surgen de la refinación de aceites vegetales, como soja y girasol. Al no ser aptas para consumo humano, encuentran en la bioenergía un destino de alto valor. Su disponibilidad en Argentina aumenta con la cosecha gruesa, lo que brinda una oferta estacional que alimenta los envíos al exterior.
El Aceite Usado de Cocina (UCO) proviene de la recolección en cadenas de gastronomía e industrias alimentarias. Es uno de los insumos más demandados por las refinerías europeas, ya que su condición de residual y su alta trazabilidad lo hacen ideal para cumplir con las cuotas de biocombustibles avanzados.
Los Lodos de Depuración (SS) son residuos de plantas de tratamiento de aguas que contienen materia orgánica. Tras procesos de acondicionamiento, pueden transformarse en biogás o biocombustibles líquidos, aunque su manejo logístico presenta desafíos.
Por último, los Ácidos Grasos industriales, que son subproductos con alta acidez y presencia de fósforo y azufre, requieren tratamientos previos antes de ser procesados, pero su incorporación permite aprovechar corrientes que antes no tenían un destino energético rentable.
Sudamérica: un socio energético para el futuro europeo
Europa necesita volúmenes crecientes de estas materias primas para cumplir con sus compromisos climáticos. Las proyecciones de la Comisión Europea muestran que, para alcanzar las metas de RED III y los mandatos de SAF, será necesario importar millones de toneladas adicionales de insumos avanzados cada año hasta 2030. La producción local no alcanza, y el continente depende cada vez más de proveedores externos.
Allí, Argentina y Sudamérica se perfilan como socios estratégicos. La región cuenta con una escala agroindustrial única, con subproductos abundantes y una capacidad de organización logística que permite abastecer a mercados exigentes. SAESA, con operaciones en Argentina, Brasil y España, busca consolidar una red regional de proveedores que incluya también a Colombia y Perú, creando una plataforma sudamericana de bioenergía orientada al mercado europeo.
Biomasa: la siguiente frontera de desarrollo
Además de los aceites y subproductos líquidos, la región posee una enorme reserva de biomasa en forma de residuos agrícolas, forestales y urbanos. Esta biomasa puede transformarse en pellets, bioaceites y biogás, abriendo una nueva vía de exportación hacia Europa.
El principal obstáculo es la logística. La recolección, acondicionamiento y transporte de biomasa sólida requieren inversiones significativas y economías de escala para ser competitivas frente a proveedores más cercanos. Aun así, la demanda europea proyectada y los acuerdos preliminares con empresas internacionales indican que este desarrollo será inevitable en los próximos años. SAESA ya trabaja en proyectos con socios globales para comenzar a posicionar a la región también en este segmento.
¡Por fin, los parisinos tienen un buen motivo para ducharse seguido!
Impacto económico y ambiental para la región
Las exportaciones de materias primas avanzadas representan una nueva vía de generación de divisas y diversificación productiva para Sudamérica. Además de fortalecer la posición de la región como proveedor energético, promueven el desarrollo de cadenas de valor circulares que reducen emisiones locales, generan empleo y aprovechan flujos subutilizados de la agroindustria y de los sistemas urbanos.
Para Juan Bosch, presidente de SAESA, esta estrategia muestra el potencial de la región en la transición energética global. “La región tiene una oportunidad muy grande para abastecer al mundo de fuentes de energía. Esta oportunidad se ve nítidamente con el crecimiento de la producción y las exportaciones de petróleo y gas que desde 2024 viene en aumento sostenido. Con los biocombustibles y los feedstocks avanzados, esa oportunidad se amplía hacia un mercado alineado con los objetivos de neutralidad climática, ofreciendo valor agregado y sostenibilidad”, destacó.
De Argentina al mundo: una integración energética en expansión
Cada tonelada de TCO, oleínas, UCO, lodos de depuración o ácidos grasos que parte de Argentina hacia Europa es parte de un nuevo capítulo en la integración energética internacional. Con proyectos como el de SAESA, la región deja de ser solo un exportador de combustibles fósiles para convertirse en un actor central de la bioeconomía, vinculando su capacidad productiva con los objetivos de descarbonización global.


