A veces, los cambios no se producen por una única decisión, sino por la convergencia de múltiples causas. En Brasil, esa convergencia se manifiesta en los motores diésel que ahora funcionan con un 15% de biodiesel, gracias a la suba del corte obligatorio dispuesta por el gobierno en agosto. Pero el verdadero cambio ocurre unos pasos atrás, en la elección de las materias primas. La industria está comenzando a mirar más allá del aceite de soja —históricamente hegemónico— para explorar alternativas más accesibles y disponibles. Y allí aparece el sebo bovino, un coproducto del coloso cárnico brasileño, que en septiembre registró un salto del 30% en su uso para biodiesel, según datos oficiales.
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La medida fue clara: a partir del 1 de agosto, el contenido obligatorio de biodiesel en el gasoil pasó del 14% al 15%, un combustible técnicamente conocido como B15. Este no es el techo, sino el primer escalón de un camino mucho más ambicioso que apunta a alcanzar el 20% (B20) en 2030. Incluso, los planes del gobierno contemplan la evaluación de una senda de crecimiento aún más audaz, con miras a un 25% de mezcla con gasoil.
Este horizonte ambicioso proyecta un aumento sostenido en la demanda de biodiesel, que a su vez está obligando a ampliar y diversificar la base de materias primas disponibles para abastecerlo.
En ese nuevo tablero energético, ciertos coproductos que antes ocupaban un rol más discreto comienzan a posicionarse con mayor firmeza. Uno de los más representativos es el sebo bovino, un derivado del procesamiento de carne vacuna que ya se utilizaba en la producción de biocombustibles, pero que ahora gana volumen e importancia en la matriz brasileña de biodiesel.
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Qué es el sebo bovino y cómo se transforma en biocombustible
El sebo bovino es la grasa obtenida durante el procesamiento de ganado vacuno. Se trata de una materia prima de origen animal utilizada históricamente en las industrias de cosmética, jabonería, alimentos para mascotas y productos químicos. Sin embargo, su contenido energético lo hace también apto para ser convertido en biodiesel mediante procesos de transesterificación, en condiciones similares a las del aceite vegetal.
Su perfil químico incluye un mayor contenido de ácidos grasos saturados, lo que le confiere características distintas respecto al aceite de soja, especialmente en cuanto a su comportamiento a bajas temperaturas. No obstante, en un país como Brasil, donde las temperaturas extremas no son un problema para la logística, estas diferencias no representan una limitación técnica.
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Una suba del 30 % en un mes marca un punto de inflexión
La Agencia Nacional del Petróleo, Gas Natural y Biocombustibles (ANP), organismo que regula el sector energético en Brasil, publicó el 21 de octubre las cifras de producción correspondientes a septiembre. Según esos datos, el volumen de biodiesel elaborado a partir de sebo bovino alcanzó los 76.497 metros cúbicos, frente a los 58.685 del mes anterior. Esto representa un incremento del 30 % en tan solo treinta días, un salto notable en un segmento de alta demanda industrial.
Este crecimiento, aunque directamente vinculado a la mayor proporción de mezcla, también responde a un giro inesperado en el comercio internacional que modificó las condiciones del mercado interno.
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El impacto de los aranceles estadounidenses en la disponibilidad local
En agosto, Estados Unidos —uno de los principales destinos del sebo brasileño— anunció la aplicación de aranceles del 50 % a la importación de este insumo. La medida afectó de forma inmediata las exportaciones: según datos de la Secretaría de Comercio Exterior de Brasil, en ese mes se enviaron al exterior 65.000 toneladas métricas de sebo bovino. Sin embargo, en septiembre, tras la entrada en vigor de los aranceles, el volumen exportado se desplomó hasta las 28.000 toneladas.
Este cambio en el flujo comercial provocó un efecto directo sobre la oferta interna. Los volúmenes que antes se destinaban al exterior quedaron disponibles en el mercado doméstico, lo que mejoró la competitividad del sebo frente a otras materias primas utilizadas en la producción de biodiesel.
Una cuestión de márgenes: precios y spreads que reconfiguran el mercado
El nuevo escenario también generó un reajuste en la ecuación de precios. De acuerdo con información recogida por Platts, una división de S&P Global Commodity Insights, durante ese período se observó un spread favorable al sebo bovino frente al aceite de soja, la materia prima más tradicional en la producción de biodiesel. Las fuentes del sector reportaron una diferencia de entre 500 y 700 reales por tonelada, lo que fortaleció los márgenes de los productores que optaron por el insumo de origen animal.
Según esa misma evaluación, el sebo bovino ex-works en el estado de Mato Grosso se cotizaba a 5.890 reales por tonelada el 20 de octubre. Al mismo tiempo, el biodiesel DAP Paulínia para entrega en uno a siete días alcanzaba un precio de 6.518 reales por metro cúbico, con un aumento del 17 % respecto al valor registrado el 30 de julio, antes del incremento del corte obligatorio.
La combinación de mayor disponibilidad interna, precios competitivos y nueva demanda industrial convirtió al sebo en una opción estratégica en un momento clave para el sector.
El rol del sebo en una matriz más diversificada
Si bien el crecimiento registrado es significativo, los actores del mercado advierten que el sebo no podrá por sí solo absorber el salto estructural en la demanda de biodiesel. Representantes de la industria señalaron a Platts que los volúmenes disponibles no son lo suficientemente grandes como para alterar de forma sustancial los flujos generales de oferta y demanda, ni para modificar las proyecciones de precios a largo plazo.
Una fuente consultada resumió la situación de forma clara: “El sebo tiende a alcanzar el precio equivalente al aceite de soja con el tiempo, incluso con un descuento marginal, especialmente porque es menos fácilmente disponible que el aceite de la oleaginosa”.


