La creciente crisis global de contaminación plástica está llevando a los científicos a buscar soluciones innovadoras. En este contexto, un grupo de investigadores brasileños ha logrado un avance significativo con el desarrollo de un bioplástico que se descompone rápidamente cuando se compostan o se desechan en el medio ambiente. Este material revolucionario, que utiliza partículas bioactivas encapsuladas provenientes de alimentos funcionales como zanahorias y chía, promete marcar un antes y un después en la lucha contra los residuos plásticos.
El equipo de investigación, coordinado por la profesora Maria Inês Bruno Tavares del Instituto de Macromoléculas de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), ha publicado recientemente dos artículos sobre este bioplástico en la revista científica internacional Journal of Applied Polymer Science, incluyendo una destacada portada en la edición de mayo. La propuesta no solo es innovadora en términos de sus propiedades de degradación, sino también en su impacto potencial en la reducción de residuos plásticos.
La amenaza de la contaminación plástica
La contaminación plástica es reconocida como uno de los mayores desafíos medioambientales de la actualidad. Según la ONU, cada minuto se compran un millón de botellas plásticas, y se utilizan alrededor de cinco billones de bolsas plásticas al año. De este total, la mitad del plástico producido está destinado a usos de un solo uso, desechándose después de un breve periodo de utilización.
El plástico convencional está compuesto por polímeros, grandes moléculas que se fragmentan en partículas más pequeñas a medida que se degradan en el medio ambiente. Estas partículas, conocidas como microplásticos, se encuentran en el aire, el agua, y pueden ser absorbidas por las plantas, así como ingeridas por animales y humanos, causando potenciales daños a la salud, incluyendo alergias.
La profesora Tavares explica que “todo material polimérico, ya sea biodegradable o sintético, genera microplásticos durante su proceso de degradación. La diferencia entre el material que estamos desarrollando y el plástico tradicional es que nuestro bioplástico generará algunos microplásticos, pero estos serán consumidos por microorganismos, mientras que el plástico sintético no”. Este bioplástico promete reducir significativamente la acumulación de microplásticos en el medio ambiente.
Innovación en el bioplástico
Bajo condiciones ideales de compostaje, el material bioplástico desarrollado pierde el 90% de su masa en 180 días, y su degradación en el medio ambiente es aún más rápida que la de los plásticos compostables actuales. La incorporación de alimentos funcionales en su composición no solo mejora sus propiedades de degradación, sino que también añade un valor adicional a su desarrollo.
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A pesar de sus ventajas, el bioplástico no es reciclable, a diferencia de los plásticos sintéticos. Sin embargo, la profesora Tavares argumenta que este bioplástico puede satisfacer gran parte de la demanda de plásticos de un solo uso. “Los polímeros sintéticos no se agotarán”, señala, “algunos materiales como las piezas de aviones o automóviles, o equipos de seguridad como los cascos, seguirán siendo hechos de polímeros sintéticos. Pero podemos cambiar gran parte de lo que consumimos diariamente, y la mayoría de los envases pueden fabricarse con polímeros biodegradables”.
Para abordar de manera más eficaz la cantidad de residuos producidos y reducir la presencia de microplásticos en el medio ambiente, la profesora Tavares subraya que “todo lo que pueda ser biodegradable debe ser biodegradable”, mientras que los plásticos sintéticos deben ser dispuestos correctamente, reutilizados, reciclados o incinerados.
El desarrollo del bioplástico está siendo financiado por la Fundación de Investigación del Estado de Río de Janeiro y actualmente está en proceso de patente. El equipo de investigación también está buscando empresas interesadas en la producción de este bioplástico, abriendo nuevas posibilidades para un futuro más sostenible.
El avance de la investigación brasileña representa una esperanza para reducir la contaminación plástica y proteger tanto el medio ambiente como la salud humana. Este bioplástico podría ser una pieza clave en la estrategia global para mitigar el impacto de los plásticos en nuestro planeta, contribuyendo a un futuro más verde y menos contaminado.


