martes, marzo 25, 2025
 

Un submarino español revoluciona la autonomía bajo el agua utilizando tecnología basada en biocombustible que tuvo su origen en Argentina

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La Armada Española ha dado un paso histórico en la innovación de sus capacidades militares al integrar un revolucionario sistema de propulsión independiente de aire (AIP) en su submarino S-80, específicamente en el Cosme García (S-83). Este avance, que incorpora bioetanol en el proceso de generación de energía, posiciona a los submarinos de la clase S-80 como los más avanzados en el ámbito de la propulsión convencional, ampliando notablemente su capacidad de permanencia bajo el agua. Desarrollado por la firma española Abengoa, reconocida por su dedicación a las energías renovables, y equipado por la empresa española de construcción naval Navantia, el sistema no solo mejora el rendimiento y la autonomía del submarino, sino que también abre una puerta hacia el uso de energías más limpias en el ámbito militar.

¿Cómo funciona el sistema AIP de Navantia?

El sistema de propulsión independiente de aire (AIP) desarrollado por Abengoa y Navantia permite que el submarino obtenga electricidad a partir de hidrógeno generado en el interior de la nave. Este hidrógeno se produce al descomponer el bioetanol almacenado en el propio submarino. Una vez generado, el hidrógeno se mezcla con oxígeno también almacenado en el submarino para alimentar una celda de combustible, la cual produce la electricidad necesaria para cargar las baterías del submarino, permitiéndole operar sumergido por períodos de tiempo considerablemente más largos en comparación con los submarinos convencionales.

Este sistema permite que el submarino evite la necesidad de salir a la superficie para captar oxígeno, uno de los mayores riesgos en la operación submarina, ya que esta maniobra lo expone a la detección radar y visual. Gracias a la autonomía prolongada que ofrece el AIP, el S-80 puede mantener un perfil bajo y reducir significativamente el riesgo de detección en operaciones militares.

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Una tecnología nacida en Argentina 

El origen de esta tecnología innovadora se remonta a 1991, en el Laboratorio de Procesos Catalíticos de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires (UBA), cuando el entonces investigador del CONICET, Miguel Laborde, desarrolló un método para obtener hidrógeno a partir de etanol.

En 2005, Abengoa compró la tecnología a través de un convenio con Conicet para utilizar el hidrógeno obtenido de etanol en una celda de combustible.

Ventajas del AIP frente a otros sistemas de propulsión convencionales

A diferencia de los submarinos convencionales diésel-eléctricos que deben salir a la superficie regularmente, los submarinos equipados con el sistema AIP de Navantia pueden duplicar o incluso triplicar el tiempo de inmersión sin tener que exponerse. Esto se traduce en misiones más seguras y con un menor riesgo de detección tanto visual como por radar. En términos prácticos, este avance amplía el rango y el alcance de las misiones, posibilitando operaciones de vigilancia y defensa que antes habrían sido inviables con sistemas de propulsión convencionales.

El S-80 y la propulsión del futuro: energías limpias para la industria de defensa

El uso de bioetanol en el sistema AIP no solo mejora la eficiencia energética, sino que también representa un avance en la transición hacia fuentes de energía más sostenibles dentro del ámbito militar. Navantia destaca que este sistema está diseñado para operar en cualquier profundidad y bajo diversas condiciones operativas, lo que lo convierte en una opción adaptable para misiones de patrullaje y defensa a nivel global. Según la empresa, el sistema AIP de los submarinos S-80 no solo aporta capacidades avanzadas a la Armada Española, sino que también es una propuesta atractiva para armadas de otros países.

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Submarinos S-80: una clase a la vanguardia de la tecnología submarina

La clase S-80, de la cual el Cosme García es una de sus primeras unidades equipadas con el AIP, se destaca por ser la única en el mundo en la categoría de 3.000 toneladas que incluye esta tecnología. Este modelo, además de su tamaño y capacidad de carga, ha sido rediseñado para misiones de mayor rango, lo que permite operar a velocidades que alcanzan los 19 nudos en inmersión y 12 nudos en superficie. Su capacidad de desplazamiento, tanto en superficie como sumergido, le otorga una resistencia adicional que se adapta a las exigencias actuales de las operaciones navales.

Este avance ha sido el resultado de un largo proceso de desarrollo iniciado en 2003. Aunque el proyecto enfrentó desafíos que retrasaron su entrega, el resultado final pone a la clase S-80 en una posición de liderazgo en la industria de defensa naval. Además, el sistema AIP puede evolucionar aún más, con la posibilidad de mejorar la capacidad de sigilo mediante nuevos avances en diseño y tecnología de producción.

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Exportación y potencial internacional del sistema AIP de Navantia

Navantia ve en el sistema AIP una oportunidad para impulsar el desarrollo de tecnologías de defensa sostenibles que además tengan viabilidad en el mercado internacional. Las capacidades avanzadas de este sistema podrían posicionar a la compañía española como líder en la exportación de tecnología submarina de alta eficiencia y bajo impacto ambiental. La posibilidad de exportar el sistema AIP abre nuevas puertas para Navantia en el mercado global, permitiendo que otras naciones adopten esta tecnología y optimicen sus propias capacidades submarinas.

El futuro de la propulsión submarina

Con este avance, Navantia y la Armada Española han marcado un hito en la historia de la propulsión submarina. La introducción del bioetanol en el sistema AIP no solo optimiza la autonomía y la discreción de los submarinos, sino que también contribuye a una defensa más sostenible. Este desarrollo refleja el potencial de las energías limpias en el ámbito militar, un cambio que podría redefinir el futuro de la industria de defensa en su conjunto.

La integración del sistema AIP en los submarinos S-80 no solo fortalece la capacidad operativa de la Armada Española, sino que abre una nueva era en la que la sostenibilidad y la tecnología de punta se unen para alcanzar nuevos horizontes en el ámbito de la defensa submarina.

Para Argentina, este es un testimonio de cómo el desarrollo científico y la inversión en investigación pueden generar impactos significativos en sectores estratégicos a nivel internacional.

 
 
 

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