En el tablero de ajedrez climático europeo, Noruega acaba de mover una pieza que puede reconfigurar el juego. Su Agencia de Medio Ambiente autorizó que los biocombustibles utilizados para cumplir mandatos nacionales de mezcla —como el biodiesel y el bioetanol utilizados en los cortes obligatorios en gasoil o naftas— también puedan ser reportados como “emisiones cero” dentro del sistema de comercio de emisiones de la Unión Europea (EU ETS).
A primera vista puede parecer un tecnicismo regulatorio. Pero detrás de esta decisión hay implicancias económicas, ambientales y estratégicas que podrían redefinir el rol de los biocombustibles en la transición energética global.
¿Qué es el ETS y qué implica ser “zero rating”?
El European Union Emissions Trading System (EU ETS) es el mayor mercado de carbono del mundo. En él, sectores como la industria pesada, la aviación y, próximamente, el transporte por carretera, deben comprar permisos por cada tonelada de dióxido de carbono (CO₂) que emiten. Es una forma de ponerle precio a la contaminación: cuanto más se emite, más se paga.
Para reducir esa carga, las empresas pueden invertir en tecnologías limpias o usar insumos que no generen emisiones netas. Ahí es donde los biocombustibles sustentables entran en escena.
¿Qué son los biocombustibles sustentables?
A diferencia de los combustibles fósiles, los biocombustibles provienen de fuentes renovables: cultivos agrícolas, residuos orgánicos, grasas animales, algas o aceites usados. Pero eso no basta para calificarlos como “sustentables”. Para la Unión Europea, un biocombustible solo se considera tal si cumple con una serie de criterios ambientales exigentes, definidos en la Directiva de Energías Renovables (RED II):
- Origen de la materia prima: debe evitar la deforestación, no derivar de cultivos que históricamente han sido utilizados para producir alimentos en ciertas condiciones, y provenir de fuentes autorizadas.
- Prácticas sostenibles: se evalúan aspectos agrícolas, industriales y logísticos que minimicen el impacto ambiental.
- Reducción de emisiones: el biodiesel y el bioetanol deben demostrar una disminución mínima del 65% frente a su equivalente fósil para las plantas nuevas, de 80% para biocombustibles celulósicos o de algas y de hasta 95% en el caso de biometano producido a partir de residuos.
Este cumplimiento no es opcional: debe ser verificado por esquemas certificados por la Comisión Europea, como ISCC, 2BSvs u otros equivalentes.
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¿Por qué se habla de “emisiones cero” si sí hay emisiones?
Aquí es donde el asunto se vuelve más técnico —y más interesante—.
El concepto de “zero-rating” que usa el sistema de comercio de emisiones europeo no significa que no haya emisiones reales, sino que, desde el punto de vista contable-regulatorio, se considera que esas emisiones, s —al menos en la proporción exigida por la normativa— ya fueron compensadas en otra etapa del ciclo de vida (por ejemplo, durante el crecimiento del cultivo que absorbió CO₂).
Por eso, si se certifica que un biocombustible cumplió con todos los requisitos ambientales y logró la reducción exigida de emisiones, se permite reportarlo como si no emitiera CO₂ al momento de su uso. Eso es lo que libera al usuario de tener que pagar derechos de emisión.
En otras palabras: el “zero” no es físico, sino normativo.
¿Y qué cambió con la decisión de Noruega?
El nuevo giro es que Noruega permitirá que biocombustibles usados en mandatos nacionales también se reporten como “zero-rating” en el EU ETS, siempre que se utilicen certificados PoC (Proof of Compliance) y se cumpla con la trazabilidad exigida por la RED II.
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¿Qué es el certificado PoC?
El PoC es una herramienta de trazabilidad desarrollada dentro del sistema ISCC. Aunque aún no forma parte oficial del esquema ISCC-EU aprobado por la Comisión Europea, Noruega lo acepta como prueba válida de sostenibilidad y cumplimiento.
Este certificado permite seguir el rastro del biocombustible, garantizando que:
- Haber sido producido de manera sustentable.
- Cumplir con los requisitos de reducción de emisiones.
- Poder vincularse directamente al usuario final que lo reporta en el ETS.
De esta forma, su impacto ambiental positivo no se pierde ni se distorsiona.
La novedad noruega: doble función, sin doble conteo
Hasta ahora, existía una zona gris en la regulación: si un biocombustible ya fue usado para cumplir un mandato nacional (como el corte obligatorio de biodiesel en gasoil), ¿puede también reportarse como “emisiones cero” en el ETS? ¿No sería eso contar dos veces el mismo beneficio?
Noruega resolvió este dilema. Su Agencia de Medio Ambiente estableció que sí se puede, siempre que se utilice un certificado PoC y se cumplan todas las condiciones de trazabilidad de la Directiva RED II. En otras palabras:
- El mismo biocombustible puede cumplir con un mandato obligatorio
- Ser reportado como “zero rating” en el ETS
Lo único que no se puede hacer es duplicar el volumen contable en distintos sistemas. Es decir, no puede usarse el mismo litro en dos cuentas de emisiones diferentes.
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El caso de los biocombustibles “doble conteo”
En países como España, Francia o Italia, ciertos biocombustibles producidos a partir de residuos —como aceites usados o grasas animales— pueden contar doble para cumplir los mandatos nacionales. Esto no significa que valgan por dos: se trata de un incentivo normativo para priorizar su uso frente a los combustibles convencionales.
Sin embargo, cuando estos biocombustibles se reportan en el ETS, solo se considera el volumen físico real, y siempre con su PoC correspondiente. De nuevo: lo que cuenta doble en una normativa no puede contarse doble en otra.
¿Qué viene después?
Por ahora, Noruega aplicará esta política durante 2024 y 2025, pero dejó abierta la posibilidad de modificarla si Bruselas cambia su interpretación. Mientras tanto, esta flexibilización representa un experimento regulatorio con potencial de extenderse a otros países del Espacio Económico Europeo.
Una decisión técnica con eco global
La medida noruega no solo aclara un punto crítico del sistema ETS, sino que también lanza un mensaje potente: los biocombustibles sustentables son piezas clave en la arquitectura del nuevo comercio de carbono.
Y para los países que los producen, el reto ya no es solo hacerlos bien, sino también demostrarlo, certificarlo y contarlo bien.


