La Cumbre de la Biodiversidad, conocida como COP16, finalizó en Cali, Colombia, dejando un panorama mixto de logros y temas sin resolver. Con una participación histórica, el evento incluyó un enfoque inclusivo que destacó la voz de los pueblos indígenas y las comunidades locales, responsables directos de la conservación de vastas áreas naturales. Sin embargo, las negociaciones sobre financiamiento y marcos de monitoreo quedaron en suspenso, y se espera que se retomen en futuras reuniones.
Los avances: un nuevo fondo para la biodiversidad y más protagonismo para las comunidades indígenas
Entre los logros más destacados de la COP16, uno de los temas que más resonó fue la creación de un nuevo fondo para la “información de secuenciación digital” (DSI, por sus siglas en inglés). Este fondo representa un hito en el reconocimiento de los recursos genéticos de los países en desarrollo, quienes albergan una vasta biodiversidad aprovechada por industrias como la farmacéutica y la cosmética. La DSI permite que secuencias genéticas de plantas, animales y microorganismos sean digitalizadas, almacenadas y compartidas globalmente para su uso en investigaciones y desarrollos de productos, sin que el recurso físico se exporte o toque fronteras.
El nuevo fondo tiene el objetivo de compensar a las naciones de origen por el acceso a estos recursos digitales, buscando así una mayor equidad en los beneficios de la biodiversidad global. Sin embargo, aunque este avance fue celebrado como un paso importante hacia la justicia ambiental, la naturaleza voluntaria del fondo genera cierta preocupación. Las contribuciones dependerán del compromiso de las empresas, que ahora enfrentan la responsabilidad de contribuir activamente si desean preservar su reputación y mostrar un verdadero impacto en la conservación.
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El sector privado toma protagonismo en la defensa de la biodiversidad
Otro aspecto que definió esta COP16 fue el inédito nivel de participación del sector privado. Empresas de sectores diversos, como el tecnológico, el financiero y el de bienes de consumo, comenzaron a integrar en sus agendas los objetivos de conservación y sostenibilidad, demostrando un cambio de paradigma. Esta participación corporativa es crucial para enfrentar la crisis de biodiversidad, dado que las prácticas sostenibles en el ámbito empresarial pueden multiplicar el impacto de las políticas públicas y acelerar la implementación de las metas de conservación.
Desde la perspectiva de los líderes presentes en la cumbre, la creciente colaboración de las empresas representa una oportunidad única para transformar la conservación en un esfuerzo global. La presión social y la demanda por mayor transparencia han llevado a que las empresas se alineen con prácticas que contribuyan a la protección de la biodiversidad y, de este modo, asuman un rol que, hasta hace poco, parecía reservado a los gobiernos y organizaciones no gubernamentales. Sin embargo, el desafío principal radica en que este compromiso pase de las palabras a la acción concreta.
Desafíos sin resolver: financiamiento, monitoreo y cumplimiento de las metas
A pesar de estos avances, la COP16 dejó varios temas sin resolver. El objetivo de proteger el 30% de la tierra y el agua del planeta para 2030 sigue siendo incierto, ya que muchos países no han logrado los avances necesarios para cumplir con esta meta. Las cifras son preocupantes: los indicadores sobre el estado de conservación de la naturaleza están en rojo, y sin una protección eficaz de los ecosistemas clave, las consecuencias pueden ser catastróficas para todos.
El financiamiento se mantiene como un punto crítico en las negociaciones. Las naciones en desarrollo, que albergan la mayor parte de la biodiversidad global, necesitan apoyo financiero masivo para proteger y restaurar estos ecosistemas. Sin embargo, las promesas de las naciones más ricas quedaron muy por debajo de lo necesario, lo que plantea interrogantes sobre la verdadera voluntad de estos países para cumplir sus compromisos. Además, prácticamente no se avanzó en la reorientación de subsidios perjudiciales para la naturaleza, una de las demandas más urgentes de los defensores de la biodiversidad.
Progreso y desafíos: un balance de la COP16
A pesar de estos avances, los desafíos siguen siendo considerables. Crystal Davis, Directora Global de Alimentos, Tierra y Agua en el Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés), advirtió sobre la necesidad de un compromiso financiero mucho más amplio y efectivo por parte de los países desarrollados. Aunque algunos países presentaron nuevas metas y planes de acción nacionales para proteger su biodiversidad, el financiamiento sigue siendo un obstáculo. Davis enfatizó que la conservación de la biodiversidad a nivel mundial exige un apoyo financiero que trascienda “millones” para alcanzar las necesidades de los países en desarrollo, donde reside la mayor parte de la biodiversidad del planeta.
Las esperanzas están puestas en que los próximos encuentros internacionales, como el G20 y la COP29, ofrezcan un espacio para que los líderes mundiales asuman compromisos financieros más sólidos. Asimismo, los países deberán trabajar para integrar los objetivos de biodiversidad en sectores claves como la agricultura, la infraestructura y la energía, lo que permitirá construir modelos económicos que protejan, en lugar de degradar, los ecosistemas.
¿Qué nos dejó la COP16?
La COP16 en Cali reflejó un panorama mixto de avances y desafíos. Aunque el establecimiento del fondo DSI y la creciente participación del sector privado son logros significativos, queda claro que la tarea de salvar la biodiversidad es monumental y requiere un compromiso firme y coordinado. Las comunidades indígenas, que ahora cuentan con un organismo permanente en las negociaciones, también jugarán un rol esencial como guardianes de los ecosistemas, aportando su conocimiento ancestral en el manejo sostenible de la tierra.
Esta COP, considerada la más inclusiva hasta la fecha, mostró que la crisis de biodiversidad ya no es solo un tema de gobiernos y ONG: la participación de múltiples actores, desde comunidades locales hasta gigantes corporativos, será clave para construir un futuro donde naturaleza y desarrollo humano puedan coexistir de forma sostenible. Sin embargo, aún se necesita más ambición y acciones concretas para garantizar que estos compromisos se traduzcan en una verdadera protección de los ecosistemas en peligro.
¿Qué sigue para los países y el sector privado?
El cierre de la COP16 establece una serie de expectativas para los líderes políticos y empresariales. Davis insta a los gobiernos a elevar la conservación de la naturaleza en sus prioridades políticas y a incorporar los objetivos de biodiversidad y clima en las políticas sectoriales, como agricultura, uso del suelo, infraestructura y energía. Además, se espera que las próximas reuniones del G20 y la COP29 ofrezcan oportunidades para consolidar acuerdos financieros y profundizar la conexión entre la acción climática y la protección de la biodiversidad.
El camino hacia la protección del 30% de la biodiversidad global para 2030 es aún largo y requiere un compromiso profundo y acciones contundentes. La COP16 ha puesto de relieve los desafíos, pero también las oportunidades. Ahora, la responsabilidad recae en todos los sectores —gobiernos, empresas y comunidades— para que este esfuerzo colectivo se traduzca en resultados concretos y duraderos.


