La aviación, un sector clave para la movilidad global, enfrenta uno de sus mayores retos: reducir su huella de carbono. Con aproximadamente el 11% de las emisiones de dióxido de carbono (CO₂) provenientes del transporte en Estados Unidos, la industria aérea tiene la mirada puesta en el combustible sostenible de aviación (Sustainable Aviation Fuel, SAF). En respuesta, un equipo interagencial liderado por el Departamento de Energía (DOE), el Departamento de Agricultura (USDA) y la Administración Federal de Aviación (FAA) ha presentado el SAF Grand Challenge Roadmap Implementation Framework.
Este marco de acción es un hito en la carrera por descarbonizar la aviación y establecer a Estados Unidos como líder global en la producción de SAF. Pero, ¿qué implica este desafío y por qué es crucial para la bioeconomía?
Una apuesta por la innovación y la sostenibilidad
Desde el lanzamiento del SAF Grand Challenge en 2021, el gobierno estadounidense se comprometió a producir 3 mil millones de galones (11.360 millones de litros) de SAF para 2030 y 35 mil millones (132.500 millones de litros) para 2050, cubriendo así el 100% de la demanda nacional de combustible para aviones. Este esfuerzo monumental está respaldado por avances científicos, inversiones récord y una colaboración sin precedentes entre agencias gubernamentales, empresas privadas y comunidades agrícolas.
Según Chavonda Jacobs-Young, subsecretaria de investigación del USDA, «el uso de SAF amplía las oportunidades económicas para agricultores, emprendedores y comunidades rurales». Este combustible, elaborado a partir de residuos agrícolas, grasas animales y aceites vegetales, no solo reduce las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que también impulsa la economía rural mediante el desarrollo de cadenas de suministro sostenibles.
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Cifras que reflejan un avance acelerado
Para mediados de 2024, la producción doméstica de SAF alcanzó los 13 millones de galones, un crecimiento significativo desde 2021. Además, se han anunciado proyectos con una capacidad potencial de más de 3 mil millones de galones anuales para 2030, respaldados por inversiones estimadas en 44 mil millones de dólares.
El marco de implementación identifica barreras clave, como la necesidad de acuerdos de compra por parte de aerolíneas y un marco regulatorio más robusto, áreas que serán abordadas mediante alianzas público-privadas y estrategias de financiación innovadoras.
¿Qué significa el SAF para la bioeconomía global?
El SAF no es solo un paso hacia la sostenibilidad; es un motor de cambio para la bioeconomía. Su desarrollo promueve prácticas agrícolas inteligentes frente al clima, fomenta la investigación en biotecnología y fortalece las economías locales. Jeff Marootian, del DOE, destacó que esta iniciativa no solo reduce emisiones, sino que genera «nuevas oportunidades económicas para las comunidades rurales».
Además, el SAF Grand Challenge es parte del Plan Nacional de Descarbonización del Transporte, que busca eliminar las emisiones del sector para 2050. Este esfuerzo coordinado coloca a Estados Unidos en el centro del desarrollo de tecnologías innovadoras que otros países podrían adoptar.
Los próximos pasos en el camino del SAF
El Implementation Framework detalla seis áreas de acción:
- Innovación en materia prima: desarrollo de feedstocks sostenibles como cultivos no alimentarios y desechos.
- Innovación tecnológica en conversión: mejora de los procesos para transformar feedstocks en SAF.
- Construcción de cadenas de suministro sólidas: integración de actores clave desde productores hasta usuarios finales.
- Análisis de políticas y valoración: creación de incentivos para acelerar la adopción del SAF.
- Uso final habilitado: apoyo a la certificación y uso del SAF en aeronaves.
- Comunicación y apoyo: fortalecimiento del respaldo público y privado para el SAF.
Un llamado a la acción global
El SAF Grand Challenge es más que una estrategia nacional; es un modelo a seguir para el resto del mundo. Países con gran capacidad agrícola, como Argentina y Brasil, pueden encontrar en esta hoja de ruta una inspiración para desarrollar sus propias industrias de SAF, aprovechando sus vastos recursos naturales y experiencia en biocombustibles.
La pregunta no es si el SAF será el combustible del futuro, sino qué tan rápido podremos implementarlo para transformar la industria aérea y garantizar un planeta más sostenible. La carrera hacia un cielo más limpio ha comenzado, y Estados Unidos parece decidido a liderarla.
El documento con la hoja de ruta del SAF Challenge puede descargarse clickeando aquí.