En un mundo cada vez más urgido por encontrar soluciones concretas al cambio climático, medir se vuelve tan importante como mitigar. Y en esa ecuación, los suelos agrícolas pueden transformarse en verdaderos bancos de carbono. Con esa premisa, Nufarm, empresa global de protección de cultivos y biotecnología de semillas, anunció una alianza estratégica con ChrysaLabs, líder en datos de suelos y monitoreo de carbono, para cuantificar los beneficios del secuestro de carbono en carinata, un cultivo con fuerte proyección en Sudamérica.
Este acuerdo no solo marca un hito tecnológico: también abre la puerta a una nueva forma de integrar sostenibilidad y rentabilidad en la agricultura, gracias a un cultivo que hasta hace poco era casi desconocido: la carinata. Pero, ¿por qué esta planta —pariente lejana de la mostaza— se está convirtiendo en una pieza clave para la transición energética?
Carinata: del barbecho al biocombustible
La carinata es lo que se conoce como un “cultivo de servicio”: se siembra entre dos campañas principales, sin competir por el uso del suelo. En otras palabras, ocupa los tiempos muertos del campo, protege su estructura, evita la erosión y, en este caso, actúa como sumidero de carbono. Y lo mejor: con rentabilidad.
Pero además tiene una virtud extraordinaria: sus semillas son una materia prima ideal para la producción de combustibles sostenibles para aviación (SAF) y otros biocombustibles avanzados. De ahí el interés de Nufarm por expandir su cultivo, especialmente en América del Sur, donde existe una vasta disponibilidad de hectáreas aptas para este tipo de rotaciones.
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El secuestro de carbono en carinata: así Nufarm busca medirlo con precisión
La colaboración con ChrysaLabs eleva el proyecto a un nuevo nivel. Utilizando tecnología avanzada de sensores de contacto proximal directo, la empresa canadiense ofrece una solución integral de medición, verificación y gestión de carbono en suelos. Este sistema no solo permite una cuantificación precisa de la captura de carbono, sino que promete hacerlo de manera más económica y escalable que los métodos tradicionales. Esta tecnología permitirá medir el secuestro de carbono en carinata con precisión científica, fortaleciendo la trazabilidad ambiental del sistema.
Sensores, datos y certificaciones: la base para medir el secuestro de carbono en carinata
“Estamos reduciendo las barreras de costo, simplificando procesos y abriendo nuevas oportunidades para monetizar carbono, algo esencial para hacer del carbono una fuente de ingresos legítima para el productor”, aseguró Samuel Fournier, CEO y cofundador de ChrysaLabs.
Además, el sistema está diseñado para cumplir con los estándares de certificación internacionales, como la Directiva de Energías Renovables de la Unión Europea, CORSIA (para la aviación internacional) y la Mesa Redonda de Biomateriales Sostenibles (RSB).
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Una oportunidad climática y económica
El objetivo es claro: crear un ciclo carbono-a-carbono, donde el carbono atmosférico vuelva al suelo a través de la biomasa de carinata, y de allí se transforme en combustible bajo en emisiones, capaz de reemplazar derivados fósiles en sectores difíciles de descarbonizar como la aviación.
Para Nufarm, la apuesta también es económica: demostrar que se puede generar valor agregado para el agricultor a través de prácticas sostenibles. Brent Zacharias, ejecutivo de Nufarm, destacó que esta iniciativa permitirá no solo reducir emisiones, sino también “crear nuevas oportunidades económicas para los productores que se sumen a la cadena de valor del SAF”.
Sudamérica: el escenario ideal
El potencial de la región para esta estrategia es inmenso. En países como Argentina, Brasil o Uruguay, donde existe una fuerte rotación agrícola y una tradición de innovación en el agro, la carinata podría insertarse sin fricciones, mejorando la salud del suelo y generando ingresos adicionales gracias al secuestro de carbono en carinata, validado con sistemas de medición de alta precisión.
En un contexto donde los mercados internacionales exigen trazabilidad y sostenibilidad, este tipo de proyectos muestran el camino. Y si bien aún queda mucho por desarrollar, la alianza entre Nufarm y ChrysaLabs sienta las bases de una agricultura donde medir carbono no solo es posible, sino rentable.


