Hace apenas cinco años, nadie hubiera imaginado que uno de los mayores productores de caña de azúcar de Brasil se atrevería a reducir casi en un 70% su dependencia de fertilizantes convencionales. Hoy, este cambio es una realidad que desafía el statu quo y nos invita a repensar lo que es posible en el sector agro-bioenergético. En un ambicioso esfuerzo por avanzar hacia una agricultura más limpia y eficiente, BP Bioenergy ha sustituido toneladas de insumos químicos por bioinsumos locales, cultivando un modelo que promete más rentabilidad y menos impacto ambiental.
Creada a partir de la adquisición total de BP Bunge Bioenergia, un joint-venture 50/50 entre BP y Bunge, por parte de la británica BP en septiembre de 2024, BP Bioenergy cuenta hoy con más de 9.500 colaboradores y 11 unidades distribuidas en cinco estados brasileños. Con una capacidad de molienda de 32 millones de toneladas de caña de azúcar, la empresa no solo es grande en escala, sino en propósito, dedicándose a la producción de etanol, azúcar y bioelectricidad de bajo carbono.
Para quienes ven en esta transición un experimento arriesgado, los números no dejan lugar a dudas: la compañía ha multiplicado en nueve veces el área tratada con bioinsumos desde 2019, alcanzando 1,95 millones de hectáreas en 2024. Según reporta Novacana, esta expansión no se detendrá; BP Bioenergy proyecta que, para 2025, los bioinsumos cubrirán un asombroso total de 3,35 millones de hectáreas de cañaverales.
Innovación y resiliencia: un cambio de paradigma en la caña de azúcar
Al frente de este desafío se encuentra Geovane Consul, CEO de BP Bioenergy, quien en la reciente Conferencia Internacional Datagro sobre Azúcar y Etanol definió a los bioinsumos como “un camino sin retorno.” Y es que la adopción de estos nuevos insumos no solo obedece a razones de sostenibilidad, sino que también responde a factores económicos y estratégicos. “Ya no dependemos de insumos importados, ni del dólar, ni de posiciones de cobertura que, para nuestra industria, resultan complejas y riesgosas”, explicó Consul, resaltando que el impacto de esta decisión se ve reflejado en el uso actual de fertilizantes de la compañía. De las 220 mil toneladas que utilizaban cinco años atrás, hoy solo aplican 80 mil, mientras que el resto de las necesidades nutricionales de sus cultivos son cubiertas con bioinsumos producidos localmente.
Este cambio de rumbo ha permitido a BP Bioenergy adoptar prácticas más duraderas y resistentes. Antes, la clave estaba en renovar cañaverales frecuentemente para evitar la pérdida de productividad, pero ahora los bioinsumos han permitido que los cultivos duren más sin disminuir su rendimiento. “Cultivos más longevos y eficientes son la respuesta a las demandas actuales de sostenibilidad y rentabilidad”, afirmó Consul, agregando que estos beneficios económicos y ambientales convierten a BP Bioenergy en una referencia en el camino hacia la sostenibilidad agrícola.
El poder de los bioinsumos: un impulso a la economía circular
Este enfoque más sostenible tiene su base en el uso de inoculantes, biofertilizantes y solubilizadores de fósforo, los cuales permiten superar limitaciones del suelo sin necesidad de fertilizantes importados y costosos. Estas soluciones biológicas ayudan a enriquecer el suelo y mejorar la eficiencia de nutrientes, asegurando que la productividad no dependa de insumos convencionales. “Para los grandes desafíos de los suelos brasileños, ya existen soluciones locales que nos permiten una independencia económica y ecológica sin precedentes”, detalla Consul.
Además de mejorar la calidad y longevidad de los cultivos, los bioinsumos han abierto nuevas oportunidades para BP Bioenergy, especialmente en el mercado de carbono. La empresa ahora contempla la posibilidad de generar ingresos adicionales a través de la venta de créditos de carbono, una alternativa que representa tanto una ventaja económica como un compromiso con el medio ambiente.
Inteligencia en el campo: la revolución digital que acompaña a la sostenibilidad
En el contexto de esta transformación, BP Bioenergy ha implementado una sofisticada infraestructura digital para maximizar la eficiencia en campo. Con una inversión de R$ 60 mil millones, la empresa conectó un millón de hectáreas a un sistema que permite monitorizar cada operación, optimizando el uso de maquinaria, combustible y recursos logísticos. Este sistema avanzado ha permitido reducir el parque de cosechadoras de 240 a solo 124, mientras que 16 equipos están en mantenimiento constante gracias al monitoreo en tiempo real.
Esta tecnología no solo optimiza el rendimiento, sino que promete una integración más profunda con sistemas de inteligencia artificial que podrán correlacionar el uso de bioinsumos, la calidad de los suelos y la productividad de las variedades de caña plantadas. “La información que recopilamos de cada cultivo permite una precisión antes inimaginable”, asegura Consul, quien ve en esta herramienta una oportunidad para seguir avanzando hacia la autosuficiencia y sostenibilidad.
BP Bioenergy: un modelo para el futuro de la bioeconomía
El camino hacia un modelo productivo más sostenible para BP Bioenergy es claro. Al apostar por los bioinsumos y la tecnología de análisis de datos, la empresa no solo mejora su rentabilidad, sino que también fortalece su compromiso con el medio ambiente. Como concluye Consul, “con la tecnología actual, una planta bioenergética podría ser una de las cadenas de valor más sostenibles del mundo.”
Para quienes siguen de cerca el sector, como destaca Novacana, BP Bioenergy está demostrando que el futuro de la agricultura y la bioenergía puede ser mucho más verde y rentable, integrando soluciones locales y tecnológicas para enfrentar los retos de sostenibilidad en el siglo XXI.