En el corazón de Brasil, en los mismas biorrefinerías donde el maíz se convierte en etanol, una nueva revolución biotecnológica está en marcha. Esta vez, el protagonista no es un combustible, sino una proteína. Una proteína que no crece en plantas ni en animales, sino en hongos. Se trata de las micoproteínas de maíz, y están a punto de transformar cómo producimos alimentos para mascotas y peces.
La empresa finlandesa Enifer y la brasileña FS anunciaron la puesta en marcha de un proyecto pionero en América Latina que utiliza residuos líquidos del proceso de producción de etanol de maíz como base para cultivar hongos microscópicos capaces de generar proteínas de alto valor nutricional. El proceso, llamado PEKILO®, ya demostró su eficacia en Europa y ahora desembarca por primera vez en el continente.
¿Qué son las micoproteínas de maíz y cómo se producen?
Las micoproteínas son proteínas de alta calidad que se obtienen cultivando hongos en condiciones controladas, a través del proceso de fermentación. Este método es similar al que se utiliza para fabricar pan, cerveza o salsa de soja, pero en lugar de obtener una bebida o un alimento fermentado, lo que se produce es una gran cantidad de biomasa rica en proteínas.
En el caso de PEKILO®, se utiliza un tipo específico de hongo filamentoso que, alimentado con residuos líquidos ricos en nutrientes (conocidos como vinazas livianas, un subproducto del etanol), crece rápidamente en grandes tanques de fermentación. Luego, esa biomasa fúngica se separa, se seca y se convierte en un polvo con un altísimo contenido proteico: alrededor del 60%.
Además de proteínas, estas micoproteínas contienen fibra del tipo beta-glucano, baja cantidad de grasas y carbohidratos, y una excelente digestibilidad. Son ideales para ser incorporadas en alimentos balanceados para mascotas o dietas para acuicultura.
Fermentar soberanía: por qué para el Pentágono la bioeconomía refuerza la seguridad nacional
Del residuo al alimento: una verdadera economía circular
En la producción de etanol a partir de maíz, una vez que se extrae el alcohol, quedan residuos líquidos ricos en materia orgánica y nutrientes. Tradicionalmente, estos se usan para fabricar burlanda o DDG (granos secos de destilería), un alimento para animales.
Pero con la tecnología PEKILO®, FS podrá darle una segunda vida a esos residuos, cultivando sobre ellos hongos que se transforman en proteínas. Lo importante: este nuevo proceso no reemplaza al anterior, sino que lo complementa. FS podrá seguir produciendo DDG, y al mismo tiempo generar micoproteínas. Es un ejemplo perfecto de cómo se puede «exprimir» al máximo el valor de una materia prima como el maíz.
¿Quiénes son los protagonistas del proyecto?
Enifer es una empresa finlandesa nacida en 2020 como una spinoff del centro de investigación tecnológica VTT. Su equipo retomó una antigua técnica de la industria forestal finlandesa para transformarla en una solución moderna de economía circular. El resultado es PEKILO®, una tecnología probada, flexible y adaptable a distintas materias primas.
FS, por su parte, es uno de los mayores productores de etanol de maíz en Brasil. Todas sus operaciones usan exclusivamente maíz de segunda cosecha, cultivado entre campañas principales. Tiene plantas en Lucas do Rio Verde, Sorriso y Primavera do Leste, en el estado de Mato Grosso. La empresa ya produce 2.300 millones de litros de etanol al año y está en plena expansión para alcanzar los 5.000 millones.
El proyecto conjunto cuenta además con apoyo público. Fue aprobado en el programa Mais Inovação Brasil y recibirá R$9,8 millones (U$S 1,75 millones) del FINEP, la agencia brasileña de innovación. Esta financiación permitirá construir una planta piloto que producirá unas 500 toneladas anuales de micoproteínas y probar el mercado local e internacional, especialmente en países como Chile y Ecuador.
Un paso más hacia proteínas más sostenibles
Hoy, la producción de proteínas a nivel global enfrenta múltiples desafíos: presión sobre los recursos naturales, emisiones, trazabilidad y demanda creciente. Las micoproteínas ofrecen una alternativa viable, eficiente y amigable con el ambiente.
Integrar la producción de estas proteínas al circuito industrial del etanol de maíz permite reducir residuos, agregar valor y generar nuevos productos aprovechando los recursos existentes.
“Estamos agregando valor a un insumo que ya usamos, sin afectar nuestras otras líneas de producción”, explicó Rafael Abud, CEO de FS. “Es un salto tecnológico importante para el sector de la nutrición animal”.


