Durante décadas, la estrategia de descarbonización de la Unión Europea se inclinó fuertemente hacia la electrificación del transporte. A pesar de la existencia de múltiples soluciones con capacidad comprobada para reducir emisiones, las políticas públicas beneficiaron casi exclusivamente a los vehículos eléctricos, relegando otras alternativas como los biocombustibles. Sin embargo, esto podría estar a punto de cambiar.
En un discurso reciente, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, reconoció la necesidad de aplicar una neutralidad tecnológica real en la regulación de estándares de emisiones de CO₂. Su declaración, recibida con entusiasmo por la industria del biodiesel, podría marcar el inicio de una transformación clave en el enfoque regulatorio de la movilidad sustentable.
¿Qué significa la neutralidad tecnológica?
El concepto de neutralidad tecnológica parte de un principio básico: las políticas de descarbonización deben impulsar todas las tecnologías con potencial de reducción de emisiones sin favorecer arbitrariamente una sobre otra. En otras palabras, no se trata de decretar qué tecnología es la «correcta», sino de evaluar cada opción según su impacto real en la lucha contra el cambio climático.
En la práctica, Europa ha hecho exactamente lo contrario. A lo largo de los últimos años, la movilidad eléctrica recibió incentivos multimillonarios, desde subsidios a la compra de autos eléctricos hasta exenciones fiscales y regulaciones que prácticamente obligan a los fabricantes a electrificar su flota. Mientras tanto, tecnologías como los biocombustibles avanzados, que han demostrado en muchos casos una mayor capacidad de reducción de emisiones en el corto y mediano plazo, fueron dejadas en un segundo plano.
Biocombustibles: una oportunidad desaprovechada
Los biocombustibles, como el bioetanol, el biodiesel y el HVO (aceite vegetal hidrotratado), han demostrado ser una solución inmediata y efectiva para reducir las emisiones de carbono en el transporte. A diferencia de la electrificación, que depende de una infraestructura masiva y de la descarbonización del sistema energético, los biocombustibles pueden utilizarse en los motores actuales sin necesidad de modificaciones costosas.
Estudios han demostrado que estos biocombustibles puede reducir las emisiones de CO₂ hasta en un 80% en comparación con los combustibles fósiles, y que el HVO puede alcanzar incluso valores cercanos a cero cuando se produce a partir de residuos y desechos. Sin embargo, su crecimiento en Europa fue frenado por políticas que priorizaron la electrificación, sin considerar plenamente su impacto ambiental total.
El respaldo de la industria del biodiesel
Ante las palabras de von der Leyen, la European Biodiesel Board (EBB) celebró el reconocimiento de la necesidad de mayor flexibilidad en la regulación de CO₂ y de una revisión de los objetivos de 2035 bajo el principio de neutralidad tecnológica total. La industria del biodiesel ve esto como una señal de que finalmente se está comprendiendo la importancia de permitir que todas las tecnologías compitan en igualdad de condiciones.
Domenico Mininni, Director de Políticas de la EBB, destacó que el reconocimiento de esta desigualdad regulatoria es un paso crucial para la competitividad de la industria automotriz europea y su cadena de suministro. «Es fundamental que el regulador no seleccione arbitrariamente a los ganadores», afirmó.
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¿Un nuevo equilibrio para la movilidad sustentable?
El compromiso de acelerar la revisión de los estándares de emisiones para 2035 podría abrir una nueva era en la política climática europea. Si se avanza en un enfoque verdaderamente neutral, los biocombustibles podrían ganar el espacio que merecen dentro de la transición energética. Esto no solo garantizaría una reducción de emisiones más efectiva a corto plazo, sino que también ofrecería una alternativa viable para segmentos del transporte donde la electrificación sigue siendo un desafío, como los camiones de carga y la aviación.
¿Será este el inicio de un cambio estructural en las políticas de movilidad de la UE? A medida que se acerque la revisión de los objetivos de 2035, la discusión se intensificará. Lo cierto es que, si Europa realmente quiere liderar la transición hacia un transporte sustentable, deberá dejar de lado sus favoritismos y apostar por una estrategia basada en resultados.
La neutralidad tecnológica no es solo una cuestión de equidad, sino de eficiencia. Y en la lucha contra el cambio climático, cada avance cuenta.