sábado, noviembre 1, 2025
 

Se viene Maizar 2025: qué buen momento para hablar del grano que nos invadió sin que te hayas dado cuenta

En la previa al Congreso Maizar 2025, una columna para redescubrir al cultivo más producido del planeta y cómo, sin que lo notemos, se metió en los objetos que nos rodean.

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A pocos días del Congreso Maizar 2025, que se celebrará el próximo 28 de mayo en el GoldenCenter de Parque Norte (CABA) bajo el lema “Por más valor”, quiero aprovechar este espacio para hablar de algo que venimos siguiendo de cerca: la bioeconomía del maíz. Porque el maíz no es un grano más. Es el cultivo más producido del planeta. Un verdadero comodín de la naturaleza, que se cuela —silencioso pero insistente— en más rincones de nuestra vida de lo que imaginamos.

Porque sí, todos lo conocen como base de la alimentación ganadera. Pero eso es solo el principio. Hoy el maíz se disfraza de combustible, se mete en la ropa interior, endulza bebidas, amortigua zapatillas, limpia inodoros y hasta participa en momentos íntimos (sí, esos). Y no, no estoy exagerando. Aguantame que te voy a mostrar cómo, silenciosa pero efectiva, la bioeconomía del maíz se metió en nuestras vidas.

El grano más versátil del planeta

Al maíz lo domesticaron hace unos 10.000 años en México. Desde entonces, no paró. Se convirtió en base de la alimentación de casi todas las culturas precolombinas. Está en los tacos, las humitas, el locro, las arepas y, por supuesto, en los pochoclos del cine.

Pero lo que quizás no sabías es que no comemos ni el 10% de lo que se produce. La gran mayoría se transforma. Y ahí empieza la magia de la bioeconomía.

Textiles, plástico y algo de pudor

Empecemos suave. The LYCRA Company —sí, la de las calzas— desarrolló una fibra elástica hecha con maíz. Lo logró gracias a QIRA®, un compuesto bio-derivado creado por Qore®, el joint venture entre Cargill y HELM que invirtió 300 millones de dólares en una biorrefinería en Iowa. La nueva LYCRA tiene hasta 44% menos huella de carbono. Y no, no se derrite en el lavarropas.

También hay materiales de construcción como CornWall, hechos con corazones de espigas. Recubrimientos para tapicería, espumas para calzado, hasta bioplásticos que reemplazan al PVC.

Y ojo, si estás en el campo y una vaca se te quiere subir a la chata —sí, la pickup— no la juzgues: capaz huele el maíz en el tapizado, en un faro, en tus zapatillas… o en esa campera nueva que tanto te gusta. Así de metido está este grano en nuestras vidas.

Y ahora, sí, hablemos sin vergüenza: la marca alemana Womanizer lanzó el primer juguete sexual biodegradable y reciclable hecho con almidón de maíz. No es un chiste: al ser biobasado, es más seguro, más noble al tacto, y mucho más coherente con el planeta. Porque sí, hasta el placer tiene su versión sustentable.

El futuro del hidrógeno también brota de la tierra

Limpia, nutre y también calienta

¿Sabías que ya existen toallas femeninas biodegradables hechas con maíz? El ácido poliláctico (PLA), derivado del almidón, permite fabricar productos higiénicos que tienen 17 veces menos impacto ambiental que sus equivalentes plásticos. Más sostenibles y más saludables.

Pero eso no es todo. La empresaEvonik, la que hace los catalizadores para biodiesel, fabrica biosurfactantes sostenibles a partir de azúcares de maíz, que se usan en productos de limpieza y cuidado personal. Es decir: el mismo grano que alimenta a las vacas también puede ayudarte a lavar la ropa o dejarte la piel como nueva. Bioeconomía del maíz multitasking, le dicen.

Y si pasamos del baño al garage, el maíz también mueve autos. En Estados Unidos, el 40% del maíz se convierte en bioetanol. En Brasil, ya hay más de 30 plantas que lo procesan fuera de la zafra de caña. En Argentina, Córdoba lidera la transformación: el Rally Cordobés fue la primera categoría del país en usar etanol, y este año se sumó el Turismo de Carretera 2000, primera categoría nacional 100% a base de biocombustible. ¿La curiosidad? El etanol es el favorito de muchos corredores de autos: tiene un octanaje un 20% superior al de la nafta premium. Más potencia, menos carbono. Un win-win con olor a pochoclo.

El fernet, la Coca y los misiles

Ahora, una confesión. A mí el maíz me cae bien porque nos une con una de las costumbres más queridas —y más argentinas— que existen: el fernet con Coca. Más nacional que el dulce de leche… que, dicho sea de paso, también lleva maíz. No en la receta, claro, pero sí en la dieta de las vacas que dan la leche. ¿Sabías que tanto el fernet como la gaseosa se elaboran con insumos derivados del maíz? Esa mezcla gloriosa —70/30, no jodamos— también es bioeconómica. Salud.

¿Y si te digo que también está en el bourbon estadounidense? Por ley, debe tener al menos un 51% de maíz. Y —esto entre nosotros— algunos whiskies irlandeses también lo usan. No lo andan contando mucho, porque el maíz no tiene el glamour de la cebada… pero está ahí. Y lo más insólito: los misiles Tomahawk de la marina norteamericana funcionan con biocombustible de maíz.

¿Tomarte un trago o lanzar un proyectil? El maíz no juzga. Solo se adapta.

El costo ambiental de haber discriminado a los biocombustibles

El caso argentino: la bioeconomía del maíz como oportunidad

Ahora, un dato serio que vale oro. Un estudio reciente de INTA, INTI, MAIZAR y la Bolsa de Cereales de Buenos Aires reveló que la huella de carbono del maíz argentino es entre un 27% y un 70% más baja que la de sus competidores globales. ¿La razón? Prácticas como la siembra directa y los cultivos de cobertura, que permiten no solo reducir emisiones, sino capturar carbono en el suelo.

Con ese nivel de eficiencia ambiental, cuesta entender por qué seguimos con un corte de solo 12% de bioetanol en la nafta. Argentina podría ir más allá, aumentar ese porcentaje e incluso autorizar vehículos flex fuel, como en Brasil, que funcionan con mezclas mucho más altas o directamente con etanol. Sería una forma concreta de descarbonizar el transporte, aprovechar lo que ya producimos y, encima, abaratar costos para el bolsillo. Si eso no es una oportunidad, ¿qué lo es?

Lo que Maizar 2025 va a poner en agenda (y lo que también vale mirar)

Este 28 de mayo, en el Congreso Maizar, se van a debatir temas clave para la cadena: cuestiones geopolíticas, tecnología agronómica, mercados y el marco regulatorio del etanol, entre otros. Pero el maíz también tiene otras vidas —menos visibles, quizás, pero igual de fascinantes— que recorren el mundo de la industria, la innovación y la cultura.

En BioEconomía.info nos gusta contar esas historias: las que conectan un cultivo milenario con los desafíos del presente y las ideas del futuro. Porque el maíz da para todo. Solo hay que animarse a mirar más allá del silo.

Y si al final de esta columna te dieron ganas de comerte un choclo, tomarte un whisky o correr una carrera… no te preocupes: así es la bioeconomía del maíz.

 
Emiliano Huergo
Emiliano Huergo
Apasionado por el potencial transformador de la bioeconomía. Director de BioEconomía.info, promotor de iniciativas que integran innovación, equidad y sostenibilidad. 👉 Ver perfil completo
 
 

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